SOCIEDAD

21.04.2010 23:37

 

  TIEMPOS                      VIOLENTOS

 

Hoy en día hablar de violencia es moneda corriente. Muchos se especializan para combatirla y otros tantos en su ignorancia, para exacerbarla. Son pocos los que han dado cuenta de sus progresividades,  y mucho menos los que han cuestionado sus verdaderas raíces.

 

La violencia no forma parte de la ideología humana, por ello es poco razonable endilgarle la violencia a estados ancestrales y mucho menos pretender reconocerla como estado de naturaleza.

 

La violencia tiene raíces muy profundas, pero no son de antigua data; en poco tiempo  fue en aumento, intensificándose   más, cuando menos respuestas la gente recibía de los propietarios de los medios de producción, es decir de la clase dominante.

 

En la medida en que los propietarios de los medios de producción, fueron acrecentando sus ganancias a costa del esfuerzo de los demás; la gente común y la naturaleza fueron  víctimas de las acciones expoliadoras y  recibieron cada vez menos beneficios. Esta situación causa un doble desarraigo, por  un lado  destruyendo la naturaleza misma; el alma de su hábitat, y por otro el alma misma de la gente; su dignidad.

 

En esta mundialización de la economía; mal llamada globalización, el trabajo ha dejado paso al empleo, la seguridad a la inseguridad. Se ha desestructurado  y vaciado etapas del desarrollo que involucran al sujeto con otros sujetos generando un conflictos de pobres contra pobres que pugnan inútilmente de salvarse en la individualidad convertidos en esclavos de la soledad.

 

Este sistema de explotación  que individualiza y no colectiviza,  que exprime y provoca miseria;  es el responsable de la violencia.

Humanizar la vida es uno de los cometidos que debemos lograr, en la medida en que nos demos cuenta que necesitamos del otro. Sólo con el otro seremos; estaremos más cerca de ser el hombre que debe  ser, y no el cautivo consumista y violento de estos tiempos. Humanizar es recuperar al hombre como ser racional, un hombre ecológicamente libre.Una humanidad con vida de calidad

 

HORACIO LUIS DE FERRARI

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SOCIEDAD

 

  ¿ La ciencia es machista o feminista?

 ¿INECOGÉNICA O aNDROGÉNICA?

La Ciencia desde hace algunos años viene siendo cuestionada desde los movimientos feministas principalmente por su carácter androcéntrico.

Sin pretender caer en una polémica inútil, es necesario hacer un repaso en la historia de la constitución de los pueblos, desde los originarios hasta la fecha.

Los movimientos feministas desde la década del setenta, han venido cuestionando el carácter androcéntrico de la ciencia en desmedro de la participación de la mujer como protagonista del proceso científico.

Los grupos feministas aluden y reclaman un lugar en la ciencia, el que consideramos tan legítimo como la igualdad de derechos de la mujer. Pero repiten errores pasados al pretender una ciencia ginecocéntrica; fundamos nuestra observación en el hecho de que aceptar la división de la ciencia en androcéntrica y ginecocéntrica tendría resultados tan catastróficos como la fragmentación  que está sufriendo toda la humanidad.

Es necesario que las divisiones estériles desaparezcan, que todo aquello en lo que la mujer ha estado ausente, se transforme en presencia femenina, no como un lugar prestado, sino como lugar ganado.

Como observadores advertimos que la mujer ha alcanzado un rol protagónico en el mundo globalizado, no por su complicidad con el sistema, sino por su gran resistencia soportando con verdadera tenacidad los embates alienadores del sistema fragmentario.

 

HORACIO LUIS DE FERRARI: 2004

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LA ALDEA GLOBAL UNA CULTURA PLANETARIA O LA CULTURA DE LA DESPOSESIÓN

21.04.2010 20:41

 

Toda la aldea global comunica y transmite los símbolos últimos de la cultura planetaria, más o menos secretamente dinamizada y hegemonizada por el absoluto poder y por su experiencia individual y colectiva posmoderna: No saben ni quieren creer lo mismo. Tampoco lo piensan.

 

 

En la aldea global todos son lo mismo para el poder capitalista, pero no son lo mismo desde el sentimiento, en el que cada sociedad, cada cultura expresa a su manera sus frustraciones.

 

 

 

En el  juego del poder el obrero agota sus fuerzas físicas, es desarticulado psicológicamente, y fragmentado espiritualmente.

 

 

 

Con la globalización desaparecen los estados- nación para conformarse el megaespacio regional. El sujeto social pierde la pertenencia de patria, convirtiéndose en un apátrida (el hombre universal no tiene patria, ni un lugar donde enterrar a sus muertos).

 

 

Los principales factores de vertebración de esta cultura global no persiguen una idea de sujeto individual, desde el cual los hombres pueden ver, dirigir o manipular, ni a las historias  en el mediano plazo ni las sociedades en su conjunto. Toda idea de totalidad queda absorbida por la figura ultrafísica y también ultrabiológica del poder. Ni el saber, ni la información, ni el capital, ni las propias organizaciones – células vertebradoras de la familia global- tienen patria, ni Dios, ni destino humano específico. No tienen otro fin que el de producir estructuras y dominios mas o menos frágiles desde los cuales se intenta dominar sobre las otras variables menos resistentes.

 

 

La cultura global no es otra que un canibalismo salvaje, en la que las luchas crecen su violencia entre pobres, mientras los menos cada vez más poderosos disfrutan desde muy lejos del teatro de hostilidades, los jugosos beneficios de su actividad extractiva y depredadora alcanzando no sólo al recurso natural, sino destruyendo la razón humana.

  

                 

   HORACIO DE FERRARI 10/02/2001

 

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 CUESTIONES DE GENERO AUN NO RESUELTAS:

 

 

Desde el neolítico el hombre se va perfilando como generador del trabajo productivo, en tanto la mujer tiene que cargar con el trabajo reproductivo y las cuestiones de la vida doméstica.

 

 

No hay un reconocimiento histórico de mujeres cazadoras participando de la provisión de alimento, y en las luchas tribales, salvo en contadas ocasiones. No es que supongamos que en verdad fuese su actividad “la lucha armada” a la par del hombre, pero los testimonios paleontológicos, arqueológicos pinturas rupestres, etc. nos muestran una escasa presencia de la mujer y si una marcada cuota que acentúa el poder del hombre.

 

 

En el mundo de la ciencia y los grandes inventos, la mujer ha sufrido una permanente exclusión, aunque los hombres son más, la elite  científica sólo representa una gota de agua en el mar de hombres que habitan el mundo.

 

 

Consideramos que si bien los estereotipos que condicionan a la mujer asignándole roles propios en la vida cotidiana, los mismos también se trasladan al campo de la ciencia. Podemos dar cuenta de que son pocas las mujeres que se incorporan al campo científico, que muchas quedan en el camino ante la falta de oportunidades, unas por ser víctimas de los pocos incentivos para la investigación y otras muchas porque han preferido resignar su campo de conocimiento a otras actividades como las maternales antes que poner gran parte de su fuerza en competir con la elite asexuada de la comunidad científica.